Básicamente antes de dormir no hago mucho. Me lavo los dientes, quito mi maquillaje, hago algunas muecas frente al espejo, cepillo mi pelo, me miro una vez más y me acuesto en la cama. Una vez allí, tomo mi notebook, reviso por última vez mi correo y mis redes sociales, selecciono la lista de reproducción de todas las noches, pongo las pastillas bajo mi lengua y me despido de ella, le pido me evite responder a sus tentadores llamados, imploro su compasión, la arranco, la insulto, la dejo a un costado. Pongo play. El resto es indudable, o no, tal vez.
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